miércoles, 11 de abril de 2018

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Bilingüismo, diglosia e interculturalidad

De las palabras a los hechos Según el Diccionario de la Lengua Española de la RAE (DLE), el bilingüismo es el “uso habitual de dos lenguas en una misma región o por una misma persona”. La diglosia, en cambio, es un “bilingüismo, en especial cuando una de las lenguas goza de prestigio o privilegios sociales o políticos superiores”. Estos dos conceptos son muy interesantes cuando se trata de contextos como el de nuestro país, en el que conviven varias lenguas, como lo demuestra el artículo 2 del primer capítulo de nuestra Constitución: “El castellano es el idioma oficial del Ecuador; el castellano, el kichwa y el shuar son idiomas oficiales de relación intercultural. Los demás idiomas ancestrales son de uso oficial para los pueblos indígenas en las zonas donde habitan y en los términos que fija la ley. El Estado respetará y estimulará su conservación y uso”. No obstante, ya desde nuestra Carta Magna, podemos ver que la situación lingüística de nuestro país no es bilingüe ni plurilingüe, propiamente dicha, sino diglósica, pues, aunque el kichwa y el shuar son idiomas oficiales de relación intercultural, al igual que el castellano, este último es el idioma oficial a secas. Sí, puede ser utópico que el nuestro sea un país completamente bilingüe o plurilingüe, en el que fuera obligatorio que todos los ecuatorianos domináramos, aparte del castellano, alguno de los otros idiomas oficiales de relación intercultural, y conociéramos alguna de las otras lenguas ancestrales que conviven en varias regiones de nuestro país. Utópico pero maravilloso, porque eso significaría que Ecuador es, de verdad, un país intercultural. Me parece que es muy complicado entender la interculturalidad si no nos acercamos al elemento principal de comunicación del otro, que es la lengua (aunque hablar de ‘el otro’ sea ya una manera de alejamiento). Si no conocemos alguna de las lenguas oficiales de relación intercultural aparte del castellano, es complicado que podamos comprender muchas otras manifestaciones culturales de los pueblos indígenas, como las relaciones interpersonales, la cosmovisión, la comida, el folclor, el vivir diario... Si no entendemos y no nos esforzamos por conocer las dinámicas lingüísticas, no podremos acercarnos, por más buenas intenciones que tengamos, a la ‘vida real’ de los pueblos y establecer un diálogo verdaderamente intercultural. Se habla también de una educación intercultural bilingüe, que pretende, en el papel, que la educación que reciben los pueblos indígenas respete su cosmovisión y sus propios procesos de aprendizaje. Sin embargo, estos procesos y esta cosmovisión muchas veces aún son vistas desde la diglosia, desde el prestigio que tiene una lengua (o una cultura o una manera de ver el mundo) sobre otra. Además, no deberían ser ‘ellos’ los obligados a acomodarse. La interculturalidad y el bilingüismo solo serán posibles si dejamos de mirar sobre el hombro a aquellas culturas que son parte nuestra, que nos configuran, que nos hacen ser los ecuatorianos que somos. Ahí está la riqueza, no en el sometimiento ni en la ignorancia del otro (que también somos nosotros).
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LA INFLUENCIA DEL QUICHUA EN EL ESPAÑOL ANDINO ECUATORIANO

El español andino ecuatoriano es una variedad heterogénea de español que se habla en la sierra ecuatoriana, con una base común y características propias en función de factores sociolingiiísticos que tienen que ver con la procedencia rural o urbana del informante, su nivel de instrucción y, sobre todo, con el carácter monolingüe o bilingüe del individuo y la clase de bilingüe que es (simétrico o coordinado, consecutivo, instrumental; nativo de quichua o de español). Muchos de los rasgos lingüísticos que componen esta variedad de español tienen como causa directa o indirecta la influencia del quichua y, en una gran proporción, se documentan igualmente en las variedades de español andino peruano, boliviano o del noroeste argentino -los mismos rasgos lingüísticos aparecen en las crónicas coloniales de indios y mestizos-, como ponen de manifiesto los trabajos de Calvo, Caravedo, CerrónPalomino, Escobar, Godenzzi, Granda, Klee, Martínez o Palacios, entre otros. La heterogeneidad del español andino ecuatoriano se muestra de manera más evidente en el hecho de que algunos de estos rasgos de influencia quichua hayan pasado a la norma del español estándar, como es el caso del leísmo del que luego hablaré; otros, por el contrario, han quedado al margen de esta norma estándar, debido precisamente aque son rasgos muy alejados de ésta, originarios de las clases sociales más bajas, bilingües y de origen rural, como son el orden SOV o la simplificación de los clíticos de objeto directo en una única forma /o, como veremos en seguida. Es preciso igualmente señalar que, por los procesos de sustitución lingüística del quichua ya mencionado, una impoftante población rural cuya única lengua es ya el castellano muestra en su variedad de español muchos de estos rasgos de influencia quichua, incluso algunos de los que están más estigmatizados yalejados de la norma estándar. Los rasgos lingüísticos morfosintácticos más característicos del español andino ecuatoriano son: la reestructuración del sistema pronominal, las construcciones de gerundio, las formas de atenuación de órdenes y ruegos, la reestructuración de los tiempos verbales de pasado hacia valores modalizadores o evidenciales, el uso de diminutivos, las discordancias de género y número o las alteraciones de orden de constituyentes. A continuación describiré cada fenómeno brevemente y pondré algunos ejemplos tomados de investigaciones publicadas por otros autores o de mi propio trabajo de campo con informantes ecuatorianos procedentes de la sierra. Uno de los cambios más significativos que ha experimentado el español andino ecuatoriano afecta al sistema pronominal átono. Estos cambios han sido explicados como cambios inducidos por contacto lingüístico del quichua y tienen como resultado la simplificación del sistema pronominal. Así, Paf acios (2002y 2004a)ha documentado dos sistemas pronominales simplificados que coexisten, uno predominante en Quito y otro en Otavalo. Ambos sistemas muestran Lrna tendencia mayoritaria a la simplificación pronomina